Ser mamá: lo que no se ve, pero se siente
Hay días en los que ser mamá se parece más a sobrevivir que a vivir. Días en los que nadie nota que te levantaste antes que todos, que preparaste el desayuno mientras resolvías mentalmente la logística del día, que limpiaste sin que nadie lo pidiera, que consolaste sin que nadie lo agradeciera.
Y sin embargo, ahí estás.
Presente.
Firme.
Amando.
Lo invisible pesa
Ser mamá es muchas veces una experiencia silenciosa. No hay medallas por calmar una rabieta sin perder la paciencia. No hay aplausos por preparar la cena mientras se ayuda con las tareas. No hay reconocimientos por llorar en silencio en el baño, para no preocupar a nadie.
Pero cada uno de esos gestos construye algo inmenso.
Cada uno de esos momentos invisibles es una declaración de amor.
La carga mental que nadie ve
La maternidad no se mide solo en acciones visibles. Se mide en pensamientos constantes:
- ¿Comió suficiente?
- ¿Está feliz?
- ¿Estoy haciendo esto bien?
- ¿Cuándo fue la última vez que dormí sin interrupciones?
La carga mental es real. Y aunque no se ve, se siente. Se siente en el cuerpo, en el alma, en la piel. Y aún así, seguimos. Porque el amor por nuestros hijos no tiene botón de pausa.
No estás sola
Si hoy te sientes agotada, invisible, confundida… quiero que sepas algo:
No estás sola.
Tu cansancio habla de amor.
Tu silencio habla de fortaleza.
Tu duda habla de compromiso.
Ser mamá no es ser perfecta. Es ser humana. Es equivocarse, aprender, volver a intentar. Es amar incluso cuando no queda energía.
Celebra lo que eres, no lo que logras
Este Día de la Madre, no esperes flores para sentirte valiosa.
No esperes palabras para saber que importas.
No esperes reconocimiento para saber que lo estás haciendo bien.
Celebra lo que eres:
- Una mujer que ama con todo lo que tiene.
- Una madre que da incluso cuando no recibe.
- Una presencia que sostiene, aunque a veces tambalee.
Porque ser mamá no es lo que se ve desde afuera.
Es lo que se siente desde adentro.





